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¿Cómo está la salud mental de nuestros jóvenes?


La OMS celebra este 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental, teniendo como foco a los jóvenes y su salud mental en un mundo en transformación. En este contexto, las psicólogas Soledad Sepúlveda y Carolina Pollmann, de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad del Pacífico, se refieren a cómo promover la salud mental en nuestros jóvenes.

Los adolescentes y jóvenes asumen como tarea la construcción de la propia identidad, a través de un proceso de revisión personal y de los límites familiares, cobrando especial relevancia el grupo de pares y la experimentación de nuevos comportamientos y experiencias.

Y actualmente, este desarrollo tiene lugar en un mundo globalizado, contexto ampliado por los cambios tecnológicos, los que han propiciado el surgimiento de una comunicación mediatizada a través de internet y de las redes sociales, planteando diversos desafíos respecto al bienestar y cuidado en esta etapa del ciclo vital. “El Internet, tecnología que permite conectarse de manera rápida e interactiva tanto con nuevos contenidos como con otros usuarios de redes sociales, promueve la recompensa inmediata y trabajo simultáneo con variados contenidos, brindando a los adolescentes la oportunidad de contar con diferentes contextos para explorar y expresar diversos aspectos de la propia identidad y para el desarrollo de habilidades, como también la presencia de diversos riesgos”, indica la psicóloga de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad del Pacífico,Carolina Pollmann.

Al respecto, plantea la especialista hoy se ve una alteración de las jerarquías familiares provocadas por la tecnología. “Tal como se señala en Impacto de las redes Sociales e Internet en la Adolescencia. Aspectos Positivos y Negativos, los jóvenes actuales son nativos digitales, quienes se relacionan con adultos significativos (padres, tutores, profesores etc.) los que suelen presentar un menor manejo operativo de las nuevas tecnologías, generándose una alteración de las jerarquías familiares y la presencia de diversos riesgos para los adolescentes, entre los que se encuentran las relaciones superficiales con extraños, el ciber acoso, la adicción a internet y la conducta impulsiva entre otros”, indica.

Entre los principales riesgos están los trastornos ansiosos, afectivos, trastornos del comportamiento disruptivo, uso de drogas y trastornos alimentarios, apareciendo una prevalencia general entre los 12 y 18 años para trastornos psiquiátricos, de un 16,5%, tal como se desprende del primer Estudio de Prevalencia en Chile sobre Trastornos Psiquiátricos en Población infanto-juvenil (4 a 18 años).

Algo que se complementa con lo que indica la Décimo segundo Estudio Nacional de drogas en Población General de Chile, 2016, realizado por SENDA. “Este reporta un aumento en la declaración de consumo de marihuana en el último año por parte de jóvenes (rango 19-25 años), desde un 24% el año 2014, a un 33,8% el 2016, como también una importante presencia de binge drinking (consumo de riesgo de alcohol embriaguez) para este grupo etario (1)”, informa la psicóloga.

Cómo actuar entonces en una sociedad cambiante para mejorar la salud mental de nuestros jóvenes

La psicóloga Soledad Sepúlveda se refiere a que tal como existen múltiples variables o factores de riesgo, hay múltiples formas de abordar la mejora de la salud mental de nuestros jóvenes. “Es por ello que el Chile hay un Plan Nacional de Salud Mental 2017-2025, que tiene como lema "no hay salud sin salud mental" y tiene como objetivo ´contribuir a mejorar la salud mental de las personas, mediante estrategias sectoriales e intersectoriales, para la promoción de la salud mental, prevención de los trastornos mentales, atención garantizada de salud mental e inclusión social, en el marco del modelo de salud integral con enfoque familiar y comunitario´", señala.

Y es por ello que desde todos los sistemas en los cuales se insertan los jóvenes, debemos de procurar detectar problemas psicológicos en forma temprana y desarrollar estrategias de prevención. “Dichas dificultades, deben ser detectados y manejados por trabajadores sanitarios competentes, con empatía y en capacitación constante en salud mental, como así mismos propiciar el desarrollo de aptitudes para la vida y ofrecerles apoyo psicosocial en la escuela y otros entornos de la comunidad. Y desarrollar programas que brindan apoyo para fortalecer los lazos entre los adolescentes y sus familiares”, indica la profesional de la U. del Pacífico.

Soledad Sepúlveda señala que, tal como se plantea en El Adolescente y sus conductas de Riesgo de Florenzano (1997), los factores protectores para la salud mental de los adolescentes, además de prevenir los factores de riesgo, están aquellos vinculados con la resiliencia. “Participación en grupos sociales con vínculos positivos, cohesión familiar y proyecto de vida optimista. Así un joven que tiene una buena autoestima, que participa en grupos sociales, que tiene y percibe una vida familiar cohesionada; que ha elaborado el sentido de su propia vida, es menos vulnerable al desarrollo de daño a su salud mental”, agrega.

En relación al uso de las nuevas tecnologías, la psicóloga Carolina Pollmann aboga por la importancia de las estrategias de control y supervisión por parte de adulto y de la educación. “Diversos autores, como Arab y Díaz, señalan que los adolescentes deben aprender a releer lo que quieren transmitir y poner atención de modo de no ceder a los impulsos en los momentos de alta intensidad emocional, cuidando su intimidad”, comenta.

También, desde la mirada del bienestar bio-psico-social, resulta clave la intervención en la creación de estilos de vida saludables. “Como el favorecer la alimentación saludable, los hábitos de autocuidado, la priorización de actividades de vida sana, offline, como la participación en actividades deportivas, artísticas, culturales y sociales de diversa índole, de manera que se promueva un uso adecuado del tiempo libre y prevenir conductas de riesgo”, agrega la psicóloga.

Resulta relevante, además, entregar como sociedad, alternativas de formación, educación, desarrollo y trabajo a los jóvenes. “En tanto espacios de creación que actúen como factores protectores, utilizando también las nuevas tecnologías como herramientas en la difusión de contenidos de autocuidado”, enumera.

También es bueno considerar el aporte del Mindfulness. "Siguiendo la propuesta de Kabat – Zinn, el mindfulness promueve el que las personas desarrollen la habilidad para estar presentes y detenerse en un mundo marcado por un ritmo de cambio acelerado, la disponibilidad de múltiples fuentes de información y la multitarea, favoreciendo la toma de conciencia de los propios estados mentales, la regulación emocional, y el autocontrol de la conducta entre otros beneficios”, explica.

Por último, es necesario señalar la importancia de promover la generación de vínculos positivos y contenedores al interior de la familia y entre pares. “Destinando tiempo para las relaciones cara a cara y la comunicación de vivencias y sentimientos, pues ello favorece el desarrollo de habilidades sociales y de regulación emocional y de la conducta, a través de la entrega de espacios de contención y escucha, aspectos necesarios para que los adolescentes y jóvenes puedan enfrentar de manera reflexiva sus actividades diarias, desarrollándose saludablemente en un mundo globalizado”, finaliza Carolina Pollmann


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