Educar en ambientes diversos de aprendizaje
Nadie estaba preparado para enfrentar los desafíos que ha implicado la suspensión de clases presenciales y la demanda de modalidades remotas de enseñanza. No obstante, la mayor parte de las comunidades escolares han buscado estrategias y herramientas para adaptarse y dar continuidad al trabajo académico, brindando experiencias de aprendizajes remotas a los estudiantes.

¿Qué hemos aprendido en estos dos meses?
Trasladar la experiencia del aula fuera del aula, es un desafío que requiere ajustes complejos para los cuales no siempre se está preparado. El intento de mantener clases sincrónicas ha generado en muchos casos agotamiento y son experiencias difíciles de conservar en el tiempo. Diseñar y gestionar una estrategia unificada de enseñanza se enfrenta a una diversidad de condiciones que existen en el hogar de los estudiantes, las que no siempre permiten implementar lo planificado. El factor emocional es una condición que debe incorporarse en la planificación y en la relación que se establece a través de medios de comunicación a distancia. La evaluación de los aprendizajes es un desafío no resuelto, porque los instrumentos presenciales no son aplicables en ambientes remotos. Por último, sabemos que estos desafíos permanecerán en el tiempo y que la educación escolar, tal como la conocíamos, va a cambiar a partir de la pandemia.
En el sistema escolar tradicional estamos acostumbrados a organizarnos en un ambiente presencial, que se caracteriza por tener estructura, formalidad y una estandarización de los recursos y condiciones en que planificamos la enseñanza y el aprendizaje. Básicamente, todos los estudiantes de cierta edad están en una misma sala, sentados tras una mesa, con los mismos textos y útiles escolares y acostumbrados a una dinámica de trabajo con horarios preestablecidos.
En el hogar los estudiantes también aprenden, la diferencia con el aprendizaje formal de la escuela es que lo hacen en ambientes que no se encuentran estructurados y que al mismo tiempo son diversos. En sus casas experimentan modalidades informales de aprendizaje al conversar en familia, jugar de forma interactiva, observar insectos en el jardín, o cualquier otra actividad que no requiere más que la motivación y la curiosidad natural de los alumnos. Estas experiencias de aprendizaje no están planificadas, ni se evalúan con nota, simplemente permite que los niños y niñas aprendan.
En el intento de responder a la urgencia de la crisis sanitaria ha emergido un nuevo ambiente de aprendizaje: el ambiente virtual. Este espacio es un punto de encuentro entre lo presencial y lo no presencial, buscando vincular el espacio estructurado con el espacio no estructurado. Lo virtual se caracteriza por almacenar un conjunto de recursos (guías, presentaciones, clases en línea, etc.) qué contienen los elementos formales de una experiencia planificada de aprendizaje, para ser utilizadas en un espacio informal. En otras palabras, los contenidos estructurados son entregados a los alumnos para que ellos lo desarrollen en distintos momentos y ritmos reconociendo que no están en el aula escolar.
Los sistemas escolares van a seguir trabajando en estos distintos ambientes, por lo que el desafío de los docentes será contar con planificaciones que consideren esta diversidad y que incorporen nuevos recursos pedagógicos que faciliten la construcción de secuencias o rutas de aprendizaje. Así por ejemplo una buena guía de aprendizaje será parte de un antes o un después, considerando que en el alumno resolverá este material como parte de una secuencia intencionada. O una buena presentación de contenidos, tendrá que vincularse con un ejercicio planificado para el ambiente virtual.
Las crisis siempre traen oportunidades. El sistema educativo no es una excepción. No sólo se puede innovar en educación para enfrentar los desafíos de la pandemia, sino que también es factible hacerlo para enfrentar los desafíos que ya teníamos antes de la crisis.